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L’Unité d’habitation; Marseille, Francia. Le Corbusier, 1946-1952.

  • Foto del escritor: carmenalvarezarch
    carmenalvarezarch
  • 9 ago 2020
  • 5 Min. de lectura


La Unidad de Habitación o Ville Radieuse es uno de los proyectos destacados de Charles Édouard Jeanneret-Gris, conocido como Le Corbusier, una de las figuras más influyentes de la arquitectura del siglo XX. Fue su primer proyecto a gran escala, un encargo del gobierno francés (1947) de diseñar un edificio de viviendas residenciales plurifamiliares en Marsella. La segunda guerra mundial dejó Europa con ciudades prácticamente destruidas. Esta segunda posguerra se caracterizó por una construcción masiva de edificios residenciales, necesarios para paliar las repercusiones de la guerra y la crisis económica. Francia será uno de los lugares donde se construyan diferentes edificios de este tipo.

Tras los primeros planteamientos de la nueva objetividad alemana (1928) se realizó el primer CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) donde se trataron temas como la reciente necesidad de dar respuesta masiva a los problemas de alojamientos para las clases populares. De estos congresos, marcados por una ideología fundamentalmente marxista, se dio paso al idealismo francés encabezado por Le Corbusier en el CIAM IV (1933). En él, se enunció la Carta de Atenas, centrada en el urbanismo funcional. Buscaban resolver los problemas de las ciudades usando la separación de funciones y la zonificación. Diferentes urbanistas tomarían estos nuevos principios para llevar a cabo la reconstrucción de las ciudades europeas en la época de posguerra.

La Unidad de Habitación se basaba en una nueva visión urbanística de la ciudad, concepto capaz de ubicarse en cualquier lugar, creando la denominada “ciudad jardín vertical”. Posteriormente, se repetiría el modelo en Nantes, Berlín y Briey-Foret. El edificio buscaba la autosuficiencia, creando una microciudad dentro de la propia urbe. Por ello, el proyecto integra no solo viviendas de dimensiones reducidas, para acoger una mayor densidad de habitantes, sino todos los servicios necesarios para su autonomía con respecto al exterior.

“Como vivienda, la Ville Radieuse de Marsella expresa la preocupación número uno de Le Corbusier al proyectar grupos de viviendas: satisfacer las aspiraciones al mismo tiempo individuales y colectivas del ser humano. Con su doble nivel y merced al sistema de intersección, cada apartamento es como una villa integrada en una colectividad vertical. Este edificio es único, gracias a su sistema orgánico, es el equivalente, si no las supera, de las colectividades horizontales de los clásicos barrios residenciales de las ciudades o suburbios.” (CHOAY, 1966)

El edificio se resuelve en 140 metros de largo, 24 metros de ancho y 56 metros de altura; por cada 3 plantas se disponen 58 apartamentos dúplex. A estos, se accede a través de un corredor central interior, que funciona como “calle en el aire”, siendo cada dúplex parte de la planta corredor (planta central) más la planta inferior o la superior. Este diseño hace que los dúplex se encajen entre sí, ocupando espacios de simetría opuesta. Con este concepto se integran 337 apartamentos cruzados, en un soporte de hormigón armado. La utilización de pilares libera la planta baja, que se utiliza para coches, bicicletas y circulación peatonal, junto con la entrada y zona de conserjería.


Justo sobre esta planta baja se introduce una entreplanta destinada a las instalaciones de ventilación, generadores, maquinarias, etc. Integrados en dos plantas centrales y en la cubierta se introducen el resto de servicios tanto de zona comercial, incluyendo salón de actos, un hotel, lavandería y un restaurante, como el resto de servicios comunitarios; jardín, club, enfermería, guardería, espacio social, etc. El arquitecto denominó al conjunto “la máquina de habitar”.

El diseño en sí de los apartamentos supone la puesta en valor de los estudios sobre la proporción humana realizados por Le Corbusier. El desarrollo del concepto de “modulor”, un sistema de medición para la proporciones y medidas del ser humano. Cualquier objeto que sea diseñado por el hombre debe tener en cuenta su impacto físico y corporal a la hora de ser utilizado. Todos los elementos del apartamento fueron estudiados cuidadosamente para considerar su proporción y espacialidad con respecto al conjunto.





Cada apartamento consta de dos plantas, conectadas por una escalera interior y una doble altura que se produce en la zona de día, con una altura libre total de 4,8m. Esta zona de día, junto con la cocina, se situaban en la planta por la que se entraba (la central) y la doble altura se disponía hacia abajo o hacia arriba según la tipología de dúplex elegido. Siempre se produce la doble altura en la zona de fachada, donde se dispone un gran ventanal de 3,66x4,80m creando una panorámica completa del paisaje. La segunda planta de la vivienda es la que ocupa el ancho completo del edificio y contiene todo el resto de espacios; dormitorio principal, dos dormitorios secundarios y una zona central con aseo, baño y espacios de almacenaje. Ambas tipologías disfrutaban de dos terrazas, una en la zona de día o dormitorio principal (según tipología) y otra compartida entre las dos habitaciones de menor tamaño siempre conectadas al interior con cerramiento de vidrio a lo largo de toda la fachada de la estancia, permitiendo plegarse y unir el espacio al exterior.

Los ventanales se diseñaron en vidrio y madera, en combinación con el suelo de tarima, como elementos de calidez en contraposición a la apariencia más dura del hormigón puro. Los materiales se muestran en su naturaleza, solo se pintan en el interior, en paredes y techos, pero se respeta la textura del hormigón. La utilización del hormigón para Le Corbusier no era casual, lo eligió no solo por ser “moderno” sino por sus posibilidades plásticas y escultóricas; “las potencialidades del hormigón armado habían sido apenas exploradas: el material era con toda seguridad capaz en tal variación en su textura y color que no había necesidad de aplicarle terminación alguna con estuco o pintura.” (BLAKE, 1960).

El aspecto es de espacio continuo, limpio de ornamentos y florituras. El mobiliario combina los materiales de los cerramientos y pavimentos, añadiendo el textil tanto para generar color en la estancia, como calidez y comodidad. Este textil se usa también en las cortinas para protección solar y intimidad en los ventanales. Además, se introducen elementos de mobiliario propios del movimiento moderno. Un ejemplo es el divan o chaise longue diseño del propio le Corbusier, icono de la arquitectura moderna.

Este edificio supone un salto abismal para la arquitectura de la época, tanto que podríamos considerarlo como experimental. Es por ello, que llegó a convertirse en un proyecto inhabitable, su dimensión lo hacía insostenible y llegó a funcionar solo como monumento. Sin embargo, supondrá un ejemplo a seguir para el desarrollo de la arquitectura como hoy día la conocemos. Los edificios híbridos y la simultaneidad de usos en las edificaciones en altura son herederos de estos conceptos que ya Le Corbusier integró en sus estudios de ciudad jardín y en su “máquina de habitar”. La arquitectura convertida en guía para el desarrollo de la sociedad, hoy aún en desarrollo.











 
 
 

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